Contaminación acústica, una agresión invisible

Desde hace muchos años la vida urbana nos obliga a exponernos al ruido constante sin poder escapar de él. El tráfico vehicular, el funcionamiento de fábricas e industrias,  altoparlantes, televisión, radio, electrodomésticos y también algunas prácticas  sociales, son normalmente las fuentes generadoras del ruido cotidiano.
Numerosos estudios publicados por organismos médicos y científicos -nacionales e  internacionales- advierten la problemática de la contaminación acústica en la vida  urbana, considerándola una forma de contaminación ambiental que presenta una gravedad cercana a la de otras más difundidas como la contaminación del aire y el agua.
La Organización Mundial de la Salud (O.M.S) previene que la excesiva exposición al  ruido provoca no solo pérdidas irreversibles en la audición, sino que aumenta el  riesgo de contraer: enfermedades cardiovasculares, problemas psicológicos, insomnio, estrés y un desarrollo cognitivo más lento en la población infantil.1
Esta problemática afecta de manera especial a niños y niñas, naturalmente por la sensibilidad de su aparato auditivo, y también por la importancia que tiene la audición y el ambiente sonoro para su crecimiento y desarrollo.

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